sábado, 4 de noviembre de 2017

En el número 9 de la Revista Guadalfeo editado en el mes de abril del 1981, toda una joya, el eje protagonista fue “La monda” ¡Una explotación brutal que no cesa!



En el número 9 de la Revista Guadalfeo editado en el mes de abril del 1981, toda una joya, el eje protagonista fue “La monda” ¡Una explotación brutal que no cesa!, junto a sesiones como la poesía, Agenda Cultural, Historia Comarcal, El Noticiero Pacífico, Efeméride. Alsina ¡Chupan más que Drácula!, Letras D´escuela, Crucigrama Blanco, La Enseñanza en la Picota, Opinión Política, Escribiendo, La Prensa, Volutas Musicales, Homenaje a Cesar Vallejo, Sección Avernal de contrariedad con azufre, Humor que mola y en la contraportada el 1º de Mayo. 


Paco Ortega Palomares primero a la izquierda, Manuel Almansa Calderón, Paco Ayudarte, Manuel Martín Gálvez y Joaquín Jiménez Castilla (alias Sandokán) en "Radio Gu"

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miércoles, 1 de noviembre de 2017

REVISTA JUVENIL GUADALFEO, Nº 10



La revista juvenil “Guadalfeo”  nace en septiembre de 1980 hasta agosto del 1981,  se editaron 12 números, su Director fue Francisco Ortega Palomares. En palabras de Jesús Cabezas Jiménez: Fue una de las publicaciones satíricas más refrescantes y atrevidas de todas las editadas en la historia reciente de nuestra ciudad.


Entre sus redactores estuvieron Carmelo Amado Arquero, Manolo Martín Gálvez, José Miguel Perfectti, Manolo Abarca, Fernando Alcalde, Santiago Vázquez, María José Pérez Choín, Antonio Pedrosa García, José María Morito y el tristemente desaparecido Miguel Pérez Choín. Editada por Colectivo Culturales, producida por Francisco Antonio Reyes. Con una amplia nómina de colaboradores como D. y M. Muro, PEPE, San Lucifer, los enviados especiales y la amistad de muchos otros nombres anónimos.
En el número 10 su editorial hace una especial referencia al mar Mediterráneo con el siguiente titular “El mar Mediterráneo no es particular, lo ensucian, envenenan y contaminan como a los demás”. Firmas como la de Francisco C. Ayudante Granados y Jesús Cabezas Jiménez intervinieron en este número.


Francisco Ortega Palomares


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viernes, 15 de septiembre de 2017

"JUBILACIÓN DE PEPE BAENA"




Me ha dicho que Pepe cierra
no puede ser,
si ayer lo vi en la puerta
con Isabel
con Martín Recuerda y con Andrés
con Jesulín
y con la prima hermana de Serafín.

Me han dicho que Pepe Cierra,
que echa el telón
que ya no le quedan bragas
ni camisón
ni camisetas ni calzoncillos
ni lentejuelas ni dobladillos.

Y dicen que en Lújar, Gualchos
y Torvizcón
rezan las viejas una oración
para que Pepe, que es muy marchoso
que es muy garboso y vacilón
vuelva a la tienda y les rebaje
con mucha gracia ese sayón
que es de tergal
pa disfrazarse en el Carnaval.

Dicen que lo sobrante
irá en un flete
rumbo al Caribe o a Portugalete.
Irán corbatas, camisas de caballero,
irán sostenes
y hasta un braguero.

Allá en la Habana
estará Fidel
y cuando vea las bragas
dirá: ¿esto qué es?

Que son de Pepe
el pintor de Motril,
el de Seijas Lozano
y las cañas de almil.

Hablando en serio, Pepe nos deja,
deja la tienda, el mostrador,
pero seguro que su palique
que en ocasiones nos animó
quedará flotando por esa calle
que tantas veces él recorrió.

Me han dicho que Pepe cierra
que baja el telón.
Y aquí estamos los amigos
para decirte adiós.


Autor del poema Joaquín Pérez Prados


martes, 12 de septiembre de 2017

“A RAMÓN PORTILLO”








A RAMÓN PORTILLO”

Lllegaste una tarde serena
cielo azul
brisa suave de poniente
y rumor de cañas
en la alfombra verde de la vega.

Allá lejos dejaste los trigos
olivos, girasoles, amapolas
y lindas vivencias
junto a las riberas del gran río andaluz.

Llegaste a las aulas del Técnico
con una sonrisa
provisto de escuadra
cartabón, compás, tiralíneas y bigotera.
¡Vaya tela, señores!
Y nos enseñaste a trazar sobre papel guarro
triángulos, cuadriláteros, hexágonos,
circunferencias, tuercas, tornillos
y perspectiva caballera.
¡Vaya tela, señores!

En tus ratos de ocio te acercabas al litoral,
en la lonja observabas los pulpos
sardinas, boquerones, quisquilla
remiendo de redes
y vuelo acompasado de gaviotas.
Paseabas por los espigones,
muelles,faro
y bonita playa de las Azucenas.

Pasan los años
y en las clases se respiraba buen humor.
Eran días alegres, bulliciosos,
las hormonas circulaban veloces
por venas, arterias
sistema endocrino
pasillos y patio de recreo.
¡Vaya tela, señores!

Luego llegó el final
con sus exámenes,revalida
prueba de madurez
Y nos despedimos.
Atrás dejamos cuadernos, tinta china
y mesas de dibujo.
Nos dijimos adiós
y cada alumno puso proa
a su incierto futuro.

Pero siempre te recordaremos, Don Ramón.
Con sentimiento, respeto, cariño, emoción
y una lagrimIta que en ocasiones
se asoma tímida a los ojos.
¡Vaya tela, señores!

Autor del poema Joaquín Pérez Prados

viernes, 30 de junio de 2017

Rincones pintorescos del Motril de 1931


Hiedra revistiendo los viejos muros conventuales, un pequeño puentecito y una acequia cuyas aguas tranquilas copian el firmamento azul... Así, esta estampa motrileña, fiel reflejo de un rincón bello del típico barrio de la Tenería.

"La costa del sol", 

jueves, 29 de junio de 2017

Romero Jiménez, José Alberto, (Granada, 1935). Poeta.




Romero Jiménez, José Alberto. (Granada, 1935). Poeta.

Los ecos de su poesía, sonora, apasionada, enardecida y de nítidas esencias andaluzas, aún resuenan en los foros y escenarios donde se dio a conocer como poeta en el Motril de los años ochenta y noventa. Su tono de voz –en el que algunos críticos han creído entrever manifiestas resonancias lorquianas y manuelmachadianas– irrumpió con fuerza y gallardía por esos exultantes años finiseculares, destacándose como una de las voces poéticas más genuinas e impares del parnaso local en aquella floreciente etapa de resurgimiento cultural que experimentó nuestra ciudad por dicha época. Tras ingresar en el Seminario y realizar el Bachillerato en Sigüenza, Jerez de los Caballeros y Zafra, cursó estudios de Filología Románica en la Universidad de Granada, incluyendo en su singular recorrido académico un periplo de varios años en la Universidad de Colonia adonde se trasladó por mediación del profesor Manuel Alvar, catedrático de Dialectología en Granada, de quien nuestro autor había sido aventajado discípulo.
Ha sido catedrático de Inglés en los institutos «Julio Rodríguez» y «Francisco Javier de Burgos» de Motril, «Antigua Sexi» de Almuñécar y «Mediterráneo» de Salobreña. También permaneció algunos años en comisión de servicio impartiendo docencia en la localidad alemana de Kehl, en el estado de Baden-Wurtemberg, aprovechando dicho destino para asistir a varios cursos de Francés en la fronteriza ciudad gala de Estrasburgo, capital de Alsacia y sede del Parlamento Europeo y del Consejo de Europa. Ferviente apasionado de los idiomas, habla correctamente el alemán, el inglés, el francés y el italiano. Una vez jubilado de sus tareas académicas se licenció también en Derecho por la UNED el año 2002 con objeto de completar su formación intelectual, indeclinable deseo que ha querido mantener en permanente y vivo rescoldo toda su vida.
Se sintió seducido desde muy joven por la poesía, escribiendo durante sus años de estudiante gran cantidad de poemas que, desgraciadamente, no han llegado a conservarse en nuestros días. Desde la adolescencia mostró especial predilección, empero, por los autores clásicos: San Juan de la Cruz, Garcilaso de la Vega, los hermanos Machado, Miguel Hernández, Gerardo Diego y, sobre todo, Federico García Lorca, por el que siempre ha sentido honda atracción y en cuya figura literaria llegaría a hacer converger, estéticamente, su propia poesía. Durante los años ochenta y noventa, José Alberto Romero tuvo un destacado protagonismo en la vida cultural motrileña. Tras ingresar –junto con Amalia Toca–, hacia 1988, en el Colectivo de Poetas Motrileños con motivo del homenaje que los vates locales le brindaron al desaparecido Manuel Carrasco, sus participaciones en las numerosas lecturas poéticas realizadas con posterioridad a esa fecha se contabilizaron por clamorosos éxitos de público, pues recitaba sus versos «con una fuerza declamadora completamente desconocida hasta entonces en la ciudad y con un genuino estilo» que enfervorizaba y levantaba de sus asientos a los asistentes a dichos recitales. Como buen granadino, lleva por su sangre sonidos de cascadas y de agua –«agua oculta que llora» 146–, olores a jazmines y azahar, atardeceres rojos de luna llena –«redondo tapiz de naranja» 147–, que describe en versos de forma desenvuelta y bella como lo hicieran en su día los poetas arabigoandaluces.
Algunos de los críticos que han analizado las claves de su poesía han destacado de él que:
«Es fama entre los compañeros poetas su calidad de lorquiano, cuando [esto solo] es una verdad a medias, si leemos en extensión y variedad su poesía. Cierto que en sus poemas más conocidos aparecen muchos elementos que están en la más popular poesía lorquiana, pero también podemos encontrarlos fácilmente en Manuel Machado, y menos en Antonio; o sea, en la tradición cercana de la poesía andaluza». Toda la poesía conocida de José Alberto Romero ha sido recogida solo en obras colectivas tales como: Cantos del Sur (1989), Antología de Poetas Motrileños (1993), Poesía motrileña (1995), Semillas. Caja de poemas (1996) y Poemas (1996), libro este último poco conocido en nuestra ciudad que fue editado por el Instituto de Bachillerato «Mediterráneo» de Salobreña un año antes de su jubilación y que recogía una pequeña muestra de la obra lírica de cuatro escritores: Miguel Ávila Cabezas, Alfonso Garrido Espínola, Ramón Villalobos Gómez y nuestro propio autor, los cuatro profesores de dicho centro y poetas ampliamente contrastados y reconocidos en los ámbitos literarios. Con dicho librito, rotulado con el número 1 de la colección «Cuadernos del Mediterráneo», serie nacida al amparo del citado instituto, se pretendía exhortar e invitar, no solo a la comunidad escolar del centro, «sino también al resto de la comunidad social de Salobreña, a la participación en un proyecto que se pretende ilusionadamente ambicioso para que tenga continuidad durante los próximos cursos y recoja en sus diferentes números las aportaciones de personas y entidades sobre temas de investigación y creación artística que, sin duda, favorecerán y contribuirán al enriquecimiento y proyección de nuestros objetivos». El resto de su abundante y variada obra poética, que sigue estando celosamente guardada en varias añosas y olvidadas carpetas, «permanece inédita a la espera de que alguien realice un abordaje integral de la misma, analice sus sustanciosas claves, y la recupere del triste anonimato donde dulcemente reposa»

Una voz poética –un tanto alejada últimamente de la escena pública– singular y nítidamente diferenciada de la del resto de los poetas motrileños de su tiempo que entronca con meridiana claridad con la más pura y genuina tradición poética andaluza, incluyendo la que salpica la obra juanramoniana, quien defendía –como lo ha hecho también en innumerables ocasiones nuestro autor– que es precisamente Andalucía la comunidad que más puede acercar España a lo universal.

Del libro "Luciérnagas en el olvido" de Jesús Cabezas Jiménez

Pintorescas márgenes del Río Guadalfeo


Un aspecto de las pintorescas márgenes del Río Guadalfeo, que fecunda con sus aguas
las tierras de la Vega de Motril, Salobreña y Lobres.

Foto Morales



lunes, 26 de junio de 2017

Apunte del término de Motril...



Dibujo de Garrido Castillo: Apunte del término de Motril, tomado desde las alturas de la carretera que conduce a Granada

domingo, 25 de junio de 2017

Postales motrileñas


Los grabados del pintor Garrido del Castillo es una de la joya más interesantes del libro de Francisco Pérez García "La costa del sol", son dibujos del 1930 sobre el Motril anterior a la Guerra Civil. Al final de la calle Hernández Velasco donde estaba la iglesia de La Aurora con la fuente de dos caños.



"La costa del sol", libro publicado en 1930 por Francisco Pérez García, todo una joya



Poco antes de la conclusión de sus estudios universitarios, Paco Pérez, entregado ya en cuerpo y alma al quehacer literario, va a publicar el que será a la postre el más emblemático quizás de todos sus libros: La Costa del Sol. Recopilación de Literatura, Arte y Turismo, Industria y Comercio (1931), «un amplio volumen de más de cuatrocientas páginas con el que nuestro autor, arropado por un privilegiado elenco de colaboradores, se anticipa a las numerosas guías turísticas que se escribirán en las décadas venideras sobre nuestra región y sobre todo el litoral andaluz oriental, cuando este era aún un desconocido y recóndito paraíso virginal». El libro, hoy día prácticamente inencontrable, se convertiría con el paso de los años en una verdadera reliquia literaria de incalculable valor bibliográfico, pues en él se proponían itinerarios turísticos por el litoral almeriense, granadino y malagueño, estando profusamente ilustrado de fotografías, plumillas y dibujos, además de la inclusión de algunos textos en inglés y en francés. Una propuesta especialmente visionaria y audaz para la época sin duda.

[Jesús Cabezas Jiménez, 2010:670-672]
Del libro "Luciernagas en el olvido"

El autor Francisco Pérez García

PÉREZ GARCÍA, Francisco, Motril (Granada). Periodista y Escritor

Fue el hijo menor de una familia de seis hermanos que vivía en el número 12 de la calle Chispas, de Motril, en donde nació el futuro escritor, con el siglo. Su padre dedicó su vida a las labores agrícolas de unas tierras arrendadas, ya que la familia no disponía de muchos recursos. En octubre de 1805 ingresa en la Escuela de Primera Enseñanza de don Federico Gallardo del Castillo, por quien expresó siempre enorme devoción y gratitud y de quien conservó permanente recuerdo a lo largo de toda su vida. En 1908 queda huérfano de padre. Dada la precaria situación familiar todos los hermanos tienen que ayudar al sostén de la familia y trabaja desde los doce años en el Juzgado como copista de pliegos, sin dejar de lado la escuela. Terminado el bachillerato, que cursa en el Colegio Politécnico de Motril, se matricula en Derecho en la Universidad de Granada y obtiene su Licenciatura en 1931...

domingo, 7 de mayo de 2017

Manuel Carrasco Mercado. Poeta



Carrasco Mercado, Manuel (Motril, 1954-Madrid, 1987).
Poeta. Visionario precursor del grupo de poetas motrileños de los ochenta, los patrones estéticos de su escritura oscilan entre la tendencia a la escritura automática y desconectada de la realidad y la búsqueda desesperada e incesante de un universo creativo propio, muy próximo al mundo onírico y surrealista. Una poesía alejada, pues, del racionalismo y ligada a la imaginación y al inconsciente, origen último del arte poético según el conocido concepto bretoniano. Para algunos analistas de su obra, en los poemas de este autor «domina la nota sensorial y amorosa.
Y para otros, su «cara oculta […] se ha ido iluminando progresivamente» a medida que fueron surgiendo, una tras otro, sus libros, así “hasta llegar a la última habitación de la torre, en que habita la belleza celeste, ideal, bisexuada, de los dioses paganos griegos”» .
Estudió Periodismo en Madrid y Filosofía y Letras en Granada, licenciaturas que abandonaría muy pronto para dedicarse en cuerpo y alma a la poesía. Los poetas amigos que le conocieron bien destacaron de él que «amó antes la figura del poeta, su perfil ático o dionisiaco, que a la propia poesía» [Antonio Enrique, 1996:345]. Por su parte, José Lupiáñez, en su página web, ha dejado escrito de él que: «Ha sido un poeta visionario y dispar; un motrileño intuitivo, lleno de sueños, que trató a toda costa de dar respuesta a las graves interrogantes del hombre escindido de finales del siglo XX. Acaso hubiera sido otro su destino si sus versos hubieran encontrado el eco necesario entre sus gentes. Acaso todavía hoy disfrutaríamos de sus presentimientos y de sus desmesuras».
Aunque llegó a ser incluido en los primeros recuentos poéticos abordados por nuestro Ayuntamiento tras la llegada de la Democracia: «Escritores jóvenes. Motril y comarca» – artículo insertado en Motril 1982– y Antología de la Joven Poesía Motrileña (1986), participó muy poco de los movimientos y actividades culturales de la ciudad durante los años setenta y ochenta, realizando prácticamente toda su carrera literaria y su vida fuera de nuestras fronteras.
Aunque según Antonio Enrique, no figuraba en antologías poéticas y apenas si era convocado a lecturas públicas [Antonio Enrique, 1996:348]. Cristóbal Zafra 16, el 16 Seudónimo que Francisco Ayudarte Granados adoptó para la redacción del amplio artículo: «Escritores jóvenes. Motril y comarca», insertado en el libro de las Fiestas, Motril 1982. …prístino antólogo que recogió parte de la obra de los autores noveles motrileños a comienzos de los años ochenta, confesó acerca de su poética que: «Leyendo a Manuel Carrasco se recuerda a Baudelaire y Mallarmé, se recrea el simbolismo y el parnasianismo, la teoría del arte por el arte, se adopta imperceptiblemente la convicción de que la poesía es un diamante en el ojo de Buda, un santuario sagrado al que no accede cualquiera, un algo refinado, elegante y noble, lejos del alcance de una mano encallecida por el pico y el azadón, de un corazón que no sea delicado y sensible» [Cristóbal Zafra, 1982:217].
Amante de la bohemia, excéntrico e imprevisible, locuaz y divertido, extravagante en su forma de vestir y en su comportamiento, su amigo, el poeta granadino Fernando de Villena, lo llegó a definir por dichas cualidades como «el último modernista». Siempre que volvía por nuestra ciudad andaba envuelto de manera compulsiva en numerosos proyectos estéticos y literarios, alguno de los cuales llegaron a cristalizar en Motril y recibieron el patrocinio del Ayuntamiento como los llamados Cuadernillos Torre de la Vela, una idea sumamente original compuesta de una serie de separatas con poemas impresos, a la usanza tradicional tipográfica, en sugestivos pliegos de papel de estraza verjurado de diversos y llamativos colores. El vertiginoso periplo madrileño emprendido por este autor con apenas veinte años sería testigo de la precocidad de su carrera literaria, la cual, antes de la década de los ochenta, estaba compuesta ya por tres libros. Su primer título, Cárcel (1977), un entrañable y bello poemario donde se intuyen la agonía, la desesperación y la soledad vivencial del poeta, «une la visión y la profanación de la realidad, incluso la visión lúcida que conduce al desgarramiento o a la sorna» [Celia Castillo, 1978:7].
Le siguió, escasos meses después, Vidrios rotos (1977), con portada e ilustraciones del pintor motrileño José Baena, volumen que pone de manifiesto un tétrico y áspero escenario que ensombrece claramente los límpidos horizontes del ingenuo infierno que supuso su opera prima: «El poeta camina por sendas abruptas, por caminos de lava, por recientes cicatrices que aún duelen. Y va en soledad, buscando algo que desconoce y que es quizá solo un espejismo.
En su particular aventura vital, Vidrios rotos es en gran parte una lamentación» [Francisco Iglesias Bellas, 1977:6]. La tercera de sus entregas, Canto ciego (1978), representa, más que ningún otro, el libro «donde se forjó, definitivamente, la figura de poeta maldito por la que siempre fue conocido, admirado y apreciado entre los poetas motrileños » [Jesús Cabezas Jiménez, 2010:127]. En dicho poemario, el cual está salpicado de abundantes dosis de lucidez y de ternura, el poeta eleva al parnaso a las meretrices, a los marginados y a los golfos: «Porque ellos, / y solo ellos, / son los príncipes de la existencia» [Manuel
Carrasco Mercado, 1978:27]. Para Antonio Enrique, este tercer libro «va a suponer un receso en la devastación de su proceso disgregador, pues apunta ráfagas de esperanza y aun conciliación» [Antonio Enrique, 1996:362].
Su siguiente libro, La imagen de tu vuelo (1980), única de sus obras editada en Granada al pulcro y refinado cuidado de los poetas impresores Narzeo Antino y José Gutiérrez en la colección Silene, con ilustraciones de Claudio Sánchez Muros, es ya, en opinión de Enrique, un libro mayor de su producción. Ese proceso morboso y reiterativo de autodestrucción constatado en entregas anteriores ha cesado ahora, «o más bien se ha transformado en conciencia de exilio permanente a través de la asunción de los signos de la belleza, que llega a ser tan fría como lujosa en ocasiones» [Antonio Enrique, 1996:364]. El último de sus libros, Oculta razón (1987), aparecido póstumamente aunque dado a imprenta un par de años antes de su muerte, supone para algunos críticos un libro de consumación y el verdadero legado o testamento poético de nuestro autor. El texto está recorrido de principio a fin por un sorprendente pálpito de lucidez que contrasta con todo lo anteriormente escrito por el poeta. Como si el sujeto lírico tuviera una especie de serena clarividencia, de premonición última, y quisiera hacer balance final de su vida a través de los gratos recuerdos que aún conservaba del mundo de la infancia. Se trata, por tanto, de «un libro biográfico, con los poemas de evocación más bellos de su Motril natal y con otros muchos del Madrid de sus penumbras, y de ahí su valor, añadido en este caso, de testimonialidad » [Antonio Enrique, 1996:368]. Dicho texto quedó perfectamente descrito y resumido en la glosa que del mismo hicieran en su día José Ortega y Celia del Moral: «El hablante lírico se enfrenta a la angustia de la existencia mediante el retorno a la inocencia de la niñez y a la esperanza que le depara el amor» [José Ortega y Celia del Moral, 1991:51]. Manuel Carrasco, antes de su trágica muerte, nos dejó dos obras inéditas: Laberinto del mar y Celebración en el tocador, ambas escritas con anterioridad a la redacción de Oculta razón [Antonio Enrique, 1996:346]. Desconocemos sus contenidos, pero se sabe que obran en poder del poeta Antonio Enrique, depositario de confianza de toda su obra por expreso deseo de nuestro autor, al que calificaba coloquial y familiarmente como su «primo».

Los poetas motrileños organizaron un entrañable acto la tarde-noche del día 28 de agosto de 1992, y le brindaron un sentido homenaje a su memoria en la calleja sin salida donde nació, justo al inicio de la calle Esparraguera. Se leyeron poemas en su honor y la callejuela, engalanada de flores y encalada de punta a punta por todas las vecinas del barrio, como deseara el poeta al final de sus días, pasó a llamarse desde ese mismo instante Callejón de las Flores, previa decisión adoptada en acuerdo plenario por la Corporación Municipal presidida por el alcalde, Miguel López Barranco.
Jesús Cabezas Jiménez del libro "Luciérnagas en el olvido" 

martes, 2 de mayo de 2017

Sebastián Morales Jiménez: (Iznalloz, 1916-Motril, 1985). Poeta, ensayista, filólogo y crítico literario



Sebastián Morales Jiménez: (Iznalloz, 1916-Motril, 1985). Poeta, ensayista, filólogo y crítico literario. Estudió Magisterio en la Universidad de Granada y, posteriormente, se licenció en Filología Románica en esta misma universidad, especialidad en la que alcanzaría el grado de doctor en 1979, poco antes de su muerte, con una interesante tesis titulada: «El flolklore de Villanueva de la Serena (Badajoz). Localismos», la cual fue dirigida por el insigne profesor don Manuel Alvar López, artífice y director del celebérrimo Atlas Lingüístico de Andalucía (1961-73).
Llegó a Motril en 1965 procedente de dicha ciudad pacense y formó parte del primer claustro de profesores del Instituto «Julio Rodríguez» –por entonces denominado aún Instituto Laboral, pues nació como tal–, donde ejerció labores de secretario e impartió clases de Lengua y Literatura Española durante casi veinte años. Murió prematura e inesperadamente poco tiempo después de ganar las oposiciones para Catedrático de Lengua y Literatura en la Escuela Normal de Magisterio «Andrés Manjón» de Granada, donde solo llegaría a impartir docencia durante poco más de un curso. Entregado de manera singularmente apasionada a su actividad académica y arrostrando un impostado arrebato cuando declamaba poesía en clase a sus alumnos, se pasó la vida publicando con suma humildad y recato sus poemas en el semanario El Faro, sin recibir apenas reconocimiento público ni muestras de gratitud alguna.
Eran los suyos unos poemas atormentados, crudos, a veces con resabios trágicos, pero siempre reflexivos y cargados de fuerza expresiva. Con frecuencia adoptaban la estructura de una plegaria o deprecación. Abundaban las citas de textos sagrados y el tono elegiaco o religioso en sus versos. Una treintena de dichos poemas fueron reunidos más tarde por el autor en una excerpta a la que tituló: Sin rimas y con renglones torcidos (1975), un libro bastante «homogéneo, lúcido y coherente en su conjunto», cuyo título había surgido, porque, efectivamente, «la mayoría son breves poemas sin rima, ni sílabas exactas, pero [que] poseen todos, el factor fundamental externo: el ritmo». Según las propias palabras del autor, rescatadas del breve preámbulo que antecedía a los versos: «La sorprendente ingenuidad que brota de su canto, crisis del mundo circundante, ha sido el germen que los ha originado»
        En su faceta como filólogo, merecen destacarse también algunos trabajos suyos como: Buscando una muerte de luz (1980) –escrito un año antes aunque publicado en esa fecha–, un meritorio ensayo de más de doscientas páginas en donde se aborda una meticulosa y concienzuda interpretación de la célebre elegía de Federico García Lorca: Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, para nuestro autor, «el poema más perfecto de la poesía española contemporánea». Otros opúsculos suyos menos conocidos pero igualmente escritos con una técnica parecida y un discurso semejante, son: El romance de Arbolé, arbolé. Contribución al conocimiento de la poesía de Federico García Lorca. Interpretación: «Juega la muerte» (1982), El romance de Córdoba. Lejana y sola. Contribución al conocimiento de la poe- sía de Federico García Lorca. Interpretación: «Córdoba para mo- rir» (1982) y Olas gigantes que os rompéis bramando. Rima LII. Contribución al estudio de la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer. Interpretación: «Soledad desesperanzada» (1982).


Jesús Cabezas Jiménez, “Luciernagas en el olvido”

miércoles, 15 de marzo de 2017

Manuel Carrasco Mercado, poeta. Comenzar a estudiar el bachillerato era empezar a ser hombre…







Manolo Carrasco había nacido en la primera casa de ese callejón en mayo de 1954. Hijo de padre labrador y de familia humilde, fue un niño de mi barrio  e inolvidable compañero de juegos de la edad sin manchas. Estudió bachillerato, como yo, en el Instituto Técnico –el actual Instituto “Julio Rodríguez”-, el primer instituto público en la historia de Motril. Un centro que había sido prometido por vez primera  a principios del siglo XX, pero que setenta años más tarde no era todavía una realidad tangible. Recuerdo que una tarde de verano de 1965, fuimos, él y yo, a visitar el Instituto que estaba todavía construyendo allá por los almendrales de San Antonio y en el cual nos habían admitido a los dos. Él fue el que me animó a acompañarle. Por aquel tiempo era toda una aventura adentrarse por aquellos deshabitados andurriales situados al norte de la ciudad. Terminada la calle de las Cruces, sólo seguía hacia arriba un caminillo bordeado de pitas y de chumberas denominado Camino de San Antonio. La calle Ancha, aún sin asfaltar y sin tal denominación, no estaba siquiera definitivamente trazada ni disponía de alumbrado público.
Sólo algunas casas recién construidas al final de la misma, cercanas ya al Cementerio Municipal, y varios cortijos con sus pozos blanqueados en lo que actualmente sería el tramo medio de dicha calle, existían en derredor. Toda una excursión. Como el edificio carecía todavía de puertas y de vallas, recuerdo que entramos al azar en la que luego sería el aula que yo tuve en primero de bachiller y Manolo, que siempre fue un niño, muy impulsivo y espontáneo, se subió a la tarima de un salto y se puso a declamar con voz alta y ampulosa los cabos, los golfos y los ríos de España. A mí aquello me produjo cierta zozobra, pues muy poco tiempo después –las clases no empezarían hasta el 16 de noviembre de ese año 1965- comenzarían, ya de veras, la difícil y espinosa tarea de cursar el bachillerato, cosa muy temida entonces en general por la chiquillería y que en aquel tiempo duraba siete años. De una cifra muy superior a 200 ilusionados chavales que lo comenzaron, sólo lograron terminarlo 69 en su primera promoción. Como ha dejado escrito el poeta Rafael Montesino, para un niño de entonces, comenzar a estudiar el bachillerato era empezar a ser hombre…




Artículo de Antonio Enrique, poeta granadino.

No sigo el calendario de sol, ni del fuego
porque mi mente estalla en el diamante
de un cuello sin vuelo, sin rumbo… ¡solo!
Manuel Carrasco Mercado


Documentación del libro de Jesús Cabezas Jiménez: “Sólo nos queda el recuerdo”

lunes, 16 de enero de 2017

A.T.I. "REVISTA JUVENIL Nª 4"



"REVISTA JUVENIL Nª 4"

A.T.I


La Revista Juvenil número cuatro fue la última que se publicó por parte de la Asociación Temática Internacional (A.T.I.) que se creo el 7 de julio de 1970, tiene mucho peso específico en sus artículos, son muy interesante de leer con la perspectiva que nos da el paso del tiempo.
En la editorial Paco García Morales hace una profunda reflexión sobre un tema en boga “La criogenización”, explicando detalladamente como es este proceso y sus consecuencias morales y físicas, terminando con las predicciones del profesor Dolinoff que son muy acertadas en los tiempos en que vivimos.
   Manuel Ruiz Granados nos envuelve con optimismo sobre el tema de los “Viajes espaciales”, en la página tres encontramos un comentario sobre el “Curso de Orientación Profesional y de Pedagogía del Estudio” realizado a finales de octubre en el Instituto en el último curso. Julio Martín Fernández escribe sobre “Los Niños” y sus etapas hacia una nueva sociedad, Francisco Ayudarte Granados plantea muchos interrogantes en el artículo “Universo”; Sergio Gutiérrez Ramos echa un vistazo a la actualidad deportiva del momento haciendo referencia al comienzo del la liga regional de fútbol del C.D. Motril junto a los equipos motrileños en la liga provincial, resaltando los Campeonatos Escolares Nacionales en la modalidad  de Campo a Través, donde el ITEM tuvo una destacada actuación, señala a Antonio Martín Alcalde como protagonista.

José Antonio Gutiérrez Rodríguez aporta un poco de humor con “Diálogos entre diabéticos”, Matías Pérez Sánchez hace una seria y esclarecedora reflexión sobre el papel que juegan los jóvenes en su artículo titulado “La Juventud”, Sergio Gutiérrez Ramos divaga con “El Tabu” sobre la evolución de la conciencia de grupo en la Prehistoria; Manuel Ruiz Granados cierra este número con “El saber es poder” ensalzando los beneficios de la lectura.

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