Sebastián Morales Jiménez: (Iznalloz,
1916-Motril, 1985). Poeta, ensayista, filólogo y crítico literario. Estudió
Magisterio en la Universidad de Granada y, posteriormente, se licenció en Filología
Románica en esta misma universidad, especialidad en la que alcanzaría el grado
de doctor en 1979, poco antes de su muerte, con una interesante tesis titulada:
«El flolklore de Villanueva de la Serena (Badajoz). Localismos», la cual fue
dirigida por el insigne profesor don Manuel Alvar López, artífice y director del celebérrimo Atlas
Lingüístico de Andalucía (1961-73).
Llegó a Motril
en 1965 procedente de dicha ciudad pacense y formó parte del
primer claustro de profesores del Instituto
«Julio Rodríguez» –por entonces denominado aún Instituto Laboral, pues nació como tal–, donde ejerció
labores de secretario e impartió clases de Lengua y Literatura Española durante
casi veinte años. Murió prematura e inesperadamente poco tiempo después de
ganar las oposiciones para Catedrático de Lengua y Literatura en la Escuela
Normal de Magisterio «Andrés Manjón» de Granada ,
donde solo llegaría a impartir docencia durante poco más de un curso. Entregado
de manera singularmente apasionada a su actividad académica y arrostrando un
impostado arrebato cuando declamaba poesía en clase a sus alumnos, se pasó la vida
publicando con suma humildad y recato sus poemas en el semanario El Faro, sin
recibir apenas reconocimiento público ni muestras de gratitud alguna.
Eran los suyos unos poemas atormentados,
crudos, a veces con resabios trágicos, pero siempre reflexivos y cargados de
fuerza expresiva. Con frecuencia adoptaban la estructura de una plegaria o
deprecación. Abundaban las citas de textos sagrados y el tono elegiaco o
religioso en sus versos. Una treintena de dichos poemas fueron reunidos más
tarde por el autor en una excerpta a la que tituló: Sin rimas y con renglones
torcidos (1975), un libro bastante «homogéneo, lúcido y coherente en su
conjunto», cuyo título había surgido, porque, efectivamente, «la mayoría son
breves poemas sin rima, ni sílabas exactas, pero [que] poseen todos, el factor
fundamental externo: el ritmo». Según las propias palabras del
autor, rescatadas del breve preámbulo que
antecedía a los versos: «La sorprendente ingenuidad que brota de su canto,
crisis del
mundo circundante, ha sido el germen que los ha originado»
En
su faceta como filólogo, merecen destacarse también algunos trabajos suyos
como: Buscando una muerte de luz (1980) –escrito un año antes aunque publicado
en esa fecha–, un meritorio ensayo de más de doscientas páginas en donde se
aborda una meticulosa y concienzuda interpretación de la célebre elegía de
Federico García Lorca: Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, para
nuestro autor, «el poema más perfecto de la poesía española contemporánea». Otros
opúsculos suyos menos conocidos pero igualmente escritos con una técnica parecida
y un discurso semejante, son: El romance de Arbolé, arbolé. Contribución al
conocimiento de la poesía de Federico García Lorca. Interpretación: «Juega la
muerte» (1982), El romance de Córdoba. Lejana y sola. Contribución al
conocimiento de la poe- sía de Federico García Lorca. Interpretación: «Córdoba
para mo- rir» (1982) y Olas gigantes que os rompéis bramando. Rima LII.
Contribución al estudio de la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer. Interpretación:
«Soledad
desesperanzada» (1982).
Jesús Cabezas Jiménez, “Luciernagas en el olvido”
Hola, Manuel. Un artículo muy interesante. Es cruel el olvido: yo soy extremeño y no había oído hablar de la tesis doctoral de don Sebastián. Supongo que no se publicaría más que el Resumen habitual y que hoy será difícil poder ojearla. Lo que sí he visto es que estuvo una decena de años en Villanueva de la Serena (Badajoz), en un Instituto que ahora se llama "Pedro de Valdivia". Allí fue director, secretario, bibliotecario... Intentaré saber algo más de él y dedicarle algún día unas líneas en "Saber Popular", una revista extremeña de folklore.
ResponderEliminarInteresante aportación Juan Rodríguez Pastor.
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