No sé, seguramente fuese
útil conocer el oficio de radiestesista o nigromante, para percibir el tirón,
en la varilla, del manantial subterráneo, o la revivificación de lo ausente,
alimentado por la propia sangre. Sólo sé que no estoy dispuesto a perpetrar el
viaje surrealista que Manolo Carrasco ni siquiera propone, no estoy animoso a
montar esa góndola. Y sé que la memoria
del subsuelo es intocable, intraducible, que el discurso del inconsciente puede
ser diarrea mental o preclara intuición, y siempre ocurre que quien desciende
al país de las sombras, olvida el camino de vuelta y la lengua materna, y, si,
por azar, regresa y quiere contar cosas de allí, sólo articula voces sin
sentido, metal con impurezas, agua enturbiada. Por eso, un pudor indolente y
alado me persuade de no bajar a esos infiernos. Sin embargo, admito que la cara
oculta de Carrasco se ha ido iluminando progresivamente. El contenido le ha
dado sustancia y mensaje al continente, a la forma.
Leyendo a Manolo Carrasco
se recuerda a Baudelaire y Mallarmé, se recrea el simbolismo y el
parnasianismo, la teoría del arte por el arte, se adopta imperceptiblemente la
convicción de que la poesía es un diamante en el ojo de Buda, un santuario
sagrado al que no accede cualquiera, un algo refinado, elegante y noble; lejos
del alcance de una mano encallecida por el poco o el azadón, de un corazón que
no sea delicado y sensible. La Evolución de Carrasco desde “Cárcel” y “Vidrios
rotos” (Madrid, 1977) hasta “Canto ciego” (Madrid, 1978) y “La imagen de tu
vuelo” (Granada, 1980), ha consistido en un progresivo y hermético cierre de
puertas, hasta llegar a la última habitación de la torre, en que habita la
belleza celeste, ideal, bisexuada, de los dioses paganos griegos.
Manolo Carrasco ha tenido
la suerte o el talento de ver publicados ya cuatro libros. De ellos,
seleccionamos algunos ejemplos:
¿QUÉ IMPORTA?
Eres el espacio pequeño
del tiempo
punto del universo.
Millones de luces y
sombras
envuelven el infinito de
tu volumen,
y eres hombre de tierra y
carne,
pero, ¿qué importa?
si aún con sueño de esfera
agonizas, lloras y cantas.
El camino es corto, así es
la vida
y tu lengua tiene el sabor
del camino
(de “Vidrios rotos”)
Esta noche encenderé una
vela en la ventana,
y ahuyentaré lo oscuro
mientras la ciudad muere
en el letargo
y las meretrices hacen sus
ofrendas.
Esta noche no acudirá el
sueño
a privarme de soñar
despierto.
Extendido en el lecho
Está cuanto amo.
(de “Canto ciego”)
PASIÓN Y UNIVERSO
Aquí, sentado en este
viejo café
olvidado en el extremo de
la ciudad,
espero la presencia de un
bello cuerpo.
Junto a los cristales
iluminados
veo la penumbra de la
calle,
y observo que desde una de
las esquinas
el pálido rostro de un
muchacho
se ofrece a la
voluptuosidad de la noche,
con la sonrisa insinuante
de sus labios.
Algunos paso inseguros se
acercan
y temblorosos ante la
excitante boca
cruzan la acera hacía la
ansiosa pasión
de un anhelante universo.
(de “La imagen de tu vuelo”)
Escritores jóvenes, Motril
y Comarca. Cristóbal Zafra, del libro “Motril
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