viernes, 3 de septiembre de 2021

“Guadalfeo”, río juvenil

 



           Guadalfeo es el río de Motril, el dios de las aguas, según la mitología que, a veces, rompe su aparente calma, se encrespa y se sale del cauce. Desde ahora “Guadalfeo” es también el título de una revista popular motrileña, de colectivos culturales que viene publicando un grupo juvenil ambicioso que aborda un amplio repertorio de temas sociales, políticos, económicos de la candente actualidad; con buen aire y criterio. A este puñado de jóvenes que todo orden le parece una rutina y, naturalmente, en algunos trabajillos, como el río, se salen de madre y arremete contra este modo de sociedad que vivimos y que a ellos, y también a mí, nos parece insoportable.

        Los temas que abordan son diversos. Secciones de divulgación científica, por ejemplo los isótopos radiactivos; ese monstruo moderno de la publicidad que tanto influye en el consumo de cosas superfluas; de la ecología/pacifismo, la enseñanza en la picota, temas musicales, la navidad de los marginados, la televisión alienante, críticas de cine y de teatro, historia comarcal, vocabulario motrileño para una lengua autóctona y pinceladas de humor fresco. Siguen el principio filosófico: “Hombre soy  y nada humano me es ajeno”. Todo ello encuadrado  con dibujos, gráficos y portadas afortunadas, entre las que destaco las fotos de los rostros antagónicos de Motril: la cara oculta (Cerrillo Jaime) y la cara reluciente (Explanadas Steet).

        Hago referencia especial a un trabajo titulado “Max Aub” y “El Cojo”, de Paco Ayudarte. Recoge vivencias del libro “No son cuentos” del notable escritor, relatos vividos casi todos en escenario motrileño. Su epicentro fue la Guerra Civil y, dentro de ella, la evacuación de un millón de personas de Marbella a Almería, pasando por Motril, ante el empuje de las tropas nacionales. Escenas de miedo, angustia y terror, con la aviación  ametrallando a masas de mujeres, ancianos y niños, en su huida hacía Almería; centenares de muertos por hambre, cansancio o falta de asistencia médica,  jalonando la carretera. Una página histórica, trágica, que los jóvenes que escriben la revista no vivieron por fortuna, ya que así pueden mantener la fe en el futuro y la esperanza de un mundo mejor. Yo puedo contar mucho de esa tragedia de un pueblo, porque la viví y, desde entonces, mis labios saborean la cintura del pesimismo.

      Claro que la revista tiene algunos defectillos fácilmente corregibles. Alguna página tiene el tipo de letra tan chico que cuesta trabajo leerla. Algunos comentarios son proclamas jacobinas, tienen el exceso, la exuberancia de la juventud, pues tienen los ojos limpios de telarañas económicas y sociales para descubrir las injusticias sociales. Pero cuiden de no caer en el maniqueísmo, porque si es falso ese  “afiche” o pegatina de auto de que “to er mundo es güeno”, no hay que hacer tabla rasa negativa con la fauna humana, y siempre, en cualquier sector social, bajo o alto, hay personas generalmente alejadas de la política, con auténticos. Difiero de la crítica breve de Quevedo, el gran satírico. Quevedo sí vale la pena. Hay que examinarlo en su doble aspecto: como escritor y como valor humano. Quevedo le hizo cara a la monarquía absoluta y cruel, sufrió prisión dos veces y tuvo  el arrojo de poner en el cubierto de Felipe IV esta “alabanza”: “Sois a modo de hoyo, más grande cuanto más tierra se le quita”; refiriéndose a los territorios europeos que perdió durante su reinado.

        La juventud es la sal de la vida. Quien a los veinte años no es rebelde, es un viejo prematuro. No basta con ser joven, hay que estar borracho de juventud, y cuidarla, porque es un precioso don que se destruye con el paso de los años y con la carga que estos aportan de sufrimiento, errores, desengaños, deserción de compañeros y egoísmo como motor humano. Una pena.  Pero el hombre es así y no hay más cera que la que arde. A pesar de todo, yo fui rebelde, y ahora a mis ochenta años, me descompongo de cuatro jóvenes de veinte, para solidarizarme con “Guadalfeo”.

        Todo joven está convencido de que va a realizar cosas extraordinarias. Si este grupo de jóvenes no puede cambiar el modelo de sociedad que vivimos, al menos han creado una revista popular que rezuma dinamismo, entusiasmo, progreso, todos escriben bien, y en la persona de su Director Paco Ortega, felicito a cada uno de los colaboradores. Abordan temas de palpitante actualidad, adobadas con gotas de humor, sin medios ni ayudas ajenas. Una empresa romántica de este puñado de jóvenes paisanos que consideran que España es algo más que un estadio de fútbol o un inmenso fumadero de porro, y el esfuerzo y sacrificio  que esto supone,  la distribución gratis de la revista, merece que sea conocido por todos los motrileños. Ayudar a la revista “Guadalfeo” es enaltecer el ambiente cultural motrileño.

Francisco Pérez García

"Motrileñerías"


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